Siento que la vida se derrumba, no soporto sentirme así pero es algo que me cuesta cambiar, es una consecuencia que tengo que pagar por seguir en esta vil realidad de la cual decidí estar, antes tenía muchos amigos, me rodeaba de felicidad así no la experimentara, todo el mundo sobrepasaba dicha situación, nadie se preocupaba, después se fueron complicando las cosas, mi vida empezó a tornarse gris, aun así seguía caminando en este rumbo, mis ingresos comenzaron a decaer, me alejaba aún más de mi familia, mi situación sentimental se iba desfragmentando a cada paso, pero todas esa luces de emergencia que titiritaban como las de una ambulancia alertando una catástrofe decidí ignorarlas, pero las cosas no mejoraban, perdí todo lo que había trabajado por años, ya no estaba rodeado de la gente que en realidad me valoraba, en la mayoría de tiempo estaba acompañado de varias personas, pero esas compañías me hacían sentirme solo, lloraba psíquicamente deseando estar con los que me querían, aun así seguía caminando en este rumbo, como todo lo previsto, toque fondo, no tenía otra dirección a donde llegar, ya no estaba rodeado de nadie, no tenía dinero, hogar, familia, ni muchos menos los sujetos que estaban en la misma situación, después de tener un trabajo muy bien pagado resulte limpiando zapatos para ganarme la vida siguiendo la dirección que había decidido, visitaba con frecuencia sitios a los que nadie que no lleve esta vida se atrevería a entrar, intoxicando mi cuerpo con sustancias de dudosa procedencia, con lo que ganaba solo me alcanzaba para dichos utensilios que aun así me ayudaban a olvidar sobrellevando lo que había perdido, me siento insignificante en la inmensidad de mi problema, miró fijamente ese cristal ocupado por un líquido casi gris que tenía la fama de matar a sus consumidores frecuentes, pero no me importa, ya nada me importa, solo quiero salir de esta fétida situación, con una mano agarrando dicho vaso, mientras con la otra me agarro la cabeza con un gesto de desahucio mental, con una postura encorvada que mostraba mi desidia ante la vida, sentado en un taburete de madera con manchas de sangre y suciedad como si nunca lo limpiaran, rodeado de personas en la misma situación que no les importa estar solos, nos sentimos cómodos en este sótano con muy poca iluminación, atendido por una mujer de unos cincuenta y cinco años, con un aspecto físico de dejadez, con obesidad mórbida y descuido personal, con una música de melancolía que incita al suicidio y al no dejar esta vida, este ha sido mi hogar por más de tres años, con lo que gano trabajando me alcanza divinamente para una pieza en un cuchitril y para la bebida constante por casi cinco horas al día, ya no se nada de mi esposa, hijos y familia, creo que es hora de partir hacia mi colchón con pulgas, ya estoy muy alcoholizado, pero ya es costumbre que mi mundo de vueltas, que mi motricidad sea torpe y lenta, me levanto, pago lo bebido, disponiéndome a subir las escaleras casi colgado al barandal para no irme para atrás, llego a la calle, la soledad ataca las calles a esta hora de la madrugada, me estoy quedando casi a siete cuadras de este moridero, camino pensando el dolor que le he ocasionado a la gente que me quiso, dándome cuenta que soy un total desagradecido, después de unas pocas cuadras me atalaya un joven como de unos veintitrés años, diciéndome, cucho marica deme la caja de embolar, entrégueme las pocas monedas que le quedan mientras me amenaza con un cuchillo, lo miro respondiéndole, relájese marica, todo bien, usted no es de aquí cierto?, al hablarle el ladrón se exalta empujando levemente el puñal en mi parte lumbar, amenazándome cada vez más fuerte, en ese momento giro velozmente golpeándolo con la caja, retrocede y cae botando el cuchillo, suelto la caja y corro por el arma, la empuño cayéndole encima a este malparió sin miedo a matarlo, en ese instante inoportuno aparece un policía gritando, ey ey ,Fernando que va hacer, deje al chino quieto, se baja de la moto, nos agarra a los dos contra una pared, nos mira a los ojos, trato de explicarle pero no me deja, en ese momento saca el arma de dotación pegándole un tiro en la cabeza al pelado, quedo en shock, no entiendo lo que acaba de suceder, el polocho me dice, lo salve Fernando, en ese preciso momento siento un dolor fuerte en mi abdomen, era el malparió verde que me apuñalo tres veces, no me di cuenta en que momento cogió el arma, me suelta y me desvanezco en el piso, escucho el radio del tombo como pide refuerzo, el mundo se desvanece, ya no se en que realidad estoy.
En el informe policíaco el agente Castro informa, que un joven de veinte años no proveniente de la ciudad atraco a un ciudadano alcohólico propinándole tres puñaladas en el estómago, el uniformado estuvo en el lugar accionando el gatillo en defensa personal argumentando que el joven también quiso hacerle daño.
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