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CASTIGO DIVINO ..

He abierto  los ojos, son las dos de la mañana,  escuchó fuertemente la bocina siendo la señal de que es hora de levantarse, bajo del camarote, mis pies me avisan que el suelo está congelado así lleve puesto tres pares de medias, hace un frío impresionante, es normal este tipo de clima pero no como hoy, mi mundo se mueve fuertemente como de costumbre, mientras me alisto saco la foto de mi esposa e hija  debajo de la almohada, las miro deseando que pronto estaré con ellas, mi hija ya tiene año y medio de nacida, lastimosamente solo la he visto una vez y fue por un tiempo corto de 4 meses, me hacen falta, beso la foto prometiendo que estaré con ellas, vuelvo a guardar la imagen con mis recuerdos debajo de la almohada, salgo de la habitación dirigiéndome a la zona de alimentación, entró a la sala saludando a Juan y Carlos que son hermanos y llevan en este negocio más de seis años, saludó con un puño a Víctor el novato, es el menor de  los siete tripulantes, inicio esta temporada que ya va a cumplir ocho meses en esta realidad totalmente distinta, me siento en el comedor escuchando las historias fantásticas de Carlos, se escucha un grito fuerte diciendo, es hora de comer camaradas de la locura, me río y veo como se acerca Jaime que es el cocinero de la tripulación, trayéndonos el café con leche, acompañado de un plato de pastas y dos arepas blancas, es impresionante la rapidez con la que sirve el desayuno sin derramar una gota de este, es aún más asombroso por la inestabilidad del suelo que genera el aparato, desayuno con rapidez para que mis dos compañeros restantes puedan desayunar, ya que están levantados una hora más temprano  limpiando la proa, en ese momento entra el capitán, saludando de una forma amable y folclórica a los presentes en la sala, Mauricio es el nombre del sujeto que nos protege ante cualquier calamidad, era un hombre corpulento de unos cincuenta y cinco años, con más de treinta años de experiencia, su barba y cabello reflejaban todas esas horas de sueño interrumpido, las consecuencias de las preocupaciones que son el pan de todo los días, con un cuerpo alto acompañado de una protuberancia como barriga, era un señor que le debíamos nuestras vidas y el futuro de nuestras familias, hace cuatro años me dio la confianza de estar bajo sus órdenes, le debo todo lo que tengo hasta la fecha, sin conocerme creyó en mí cuando ni siquiera yo lo hacía, en ese momento entran Alberto acompañado de Orlando  que zapatean mientras se quitaban el impermeable y se bajaban el overol, diciendo, el clima de hoy va a estar complicado, viene un frente frío desde el pacífico con unas precipitaciones, trayendo unas enormes montañas líquidas, era preocupante, pero no era la primera vez que pasaba, termino mi desayuno levantándome rápidamente de la mesa y dirigiéndome al perchero para colocarme el atuendo correspondiente, esperando que las jaulas que tiramos ayer estén llenas de crustáceos, ya que en la primera parte de la temporada nos fue súper bien, pero en esta segunda no llevamos ni la mitad de la bodega, suele suceder que los cangrejos se mueven de los sitios específicos y es una completa travesía encontrarlos, en la mayoría de los casos llega hacer suerte, voy saliendo del lugar resguardado y el primer recibimiento de nuestro padre Poseidón fue una cachetada de una enorme ola que casi me manda al piso, recordándome que somos totalmente insignificante para nuestro planeta, la imagen era hermosamente caótica, había más oscuridad de lo normal, la lluvia era inclemente y el mar estaba enfurecido, se observaba como esas grandes montañas líquidas que mencionan Alberto y Orlando se hacían cada vez más grandes, pero es hora de trabajar, camino manteniendo el equilibrio hasta la máquina que nos ayudaba a recoger las boyas que señalan las jaulas, enciendo el instrumento, en ese momento, comienzan a salir Juan, Carlos, Víctor y el capitán, este último nos da la orden de recoger las jaulas y nos repite varias veces, que dios y Poseidón nos protejan, siempre estén atentos, hagan las cosas con cuidado, aceptamos todos con un grito, sí mi capitán, este trabajo es peligroso, al mínimo error puedes acabar muerto o perdido, comienza Carlos sacando el garfio y tirándolo con toda la fuerza posible para poder alcanzar la boya, lo engancha en el primer lanzamiento, recoge la cuerda, me pasa la boya mientras voy enredando  la cuerda en el aparato circular y activo el recogedor, comenzando a dar vueltas y acercando cada vez más la jaula, se ve saliendo del agua mientras Víctor y Juan la sacan, en ese instante nos dimos cuenta que nuevamente esta línea iba hacer pésima, Carlos y yo abrimos las compuertas observando que solo había basura marítima, ósea, animales que no nos servían, nos miramos con impotencia entretanto yo hacía una señal al capitán de que esta jaula había sido perdida, la cara del capitán fue de desbordamiento emocional como cuando tu pareja te dice que ya no te quiere más, seguimos sacando jaulas con muy poca recompensa, ya solo falta una jaula, llevamos cuatro horas de trabajo y el día no aparece, el cielo está totalmente negro, iluminado por la masiva caída de rayos que estremecen nuestros oídos, el barco se ladea fuertemente como unos niños jugando sube y baja, las olas son impresionantes que no nos dejan ver el horizonte, nuestros cuerpos reciben constantemente agua dulce que cae del cielo mezclada con agua salada que el mar nos tira a baldados, Carlos hace el último lanzamiento, todos hacemos nuestro trabajo como es de rutina, va saliendo la última jaula con una sorpresa que nos motiva ante estas difíciles circunstancias, no es mucho, pero hay veinticinco cangrejos, nuestras expresiones denotan el poco alivio que nos da el mar, miró al capitán haciéndole entender que esta jaula fue la bendecida, ríe haciendo un gesto vulgar hacia el mar, se ha acabado esta primera jornada de trabajo, apagó la maquinaria y nos disponemos a ir a la sala de alimentación, entramos zapateando y limpiándonos el cuerpo con una toalla, nos quitamos nuestra ropa de trabajo, mientras nos recostamos fuertemente en las sillas convertidas en muebles, duramos así unos treinta minutos mientras escuchaba las historias de vida de cada uno de mi compañeros, en ese momento entra Víctor gritando, se ha caído, se ha caído, Alberto está en el mar, en ese instante uno no se puede dar el lujo de pensar, todos corrimos a colocarnos nuestros trajes como si estuviéramos en una carrera, salimos del barco viendo a Orlando y al capitán tratando de alcanzarlo, vamos llegando al sitio cuando una enorme ola nos arropa intentando sacarnos del barco, como puedo me sostengo de unas de las primeras jaulas, viendo como el capitán pasaba por el lado con un gesto de impotencia y perdición, pasa la ola, nos damos cuenta que ya no solo era Alberto el que estaba en el agua, sino también el capitán, Orlando, Víctor y Carlos, no podíamos hacer nada con Juan, ya que tratábamos de aferrarnos a las jaulas lo más fuerte posible para no estar en la misma situación, escuchaba los gritos de mi compañero en cubierta por la pérdida de su hermano, el barco se mecía hasta el punto de estar en posición vertical, todo se caía, volaba a nuestro alrededor la mayoría de cosas que utilizábamos en nuestra vida diaria, no se podían escuchar los gritos de mis camaradas al agua  porque la tormenta no lo permitía, en ese instante veo salir volando del resguardo a Jaime, chocando fuertemente en su espalda con la maquinaria de recoger las boyas, no puedo pensar en nada más que no sea mi familia, de repente veo como se acercaba al barco una enorme ola de casi unos diez pisos de alto, miró a Juan gritándole, que dios y Poseidón nos tengan en su gloria, en ese momento la ola sobrepasa el barco, sumergiendo todo lo que habíamos conocido y sobrevivido por varios años.
Abro los ojos pensando que había muerto, observo a mi alrededor, todo era agua, el cielo todavía se encontraba gris, el mar estaba picado, me encontraba asustado y adolorido, no sabía cuánto tiempo había pasado después del naufragio, flotaba en medio de las olas, estas pasaban por encima como si fuera un pedazo de madera, no podía hacer nada, solo tratar de mantener la calma, van cinco horas desde que desperté, el cielo al igual que el mar está empezando a calmarse, estoy cansado, tengo hambre  y sed, trato de pensar positivamente pero no puedo dejar de ser realista, pienso en mis compañeros y si ellos están en la misma situación, trato de alzarme un poco sobre el mar a ver si puedo observar a alguien con vida, el clima ha dado el brazo a torcer, está claro y el sol está pasando su cuenta de cobro, ya van nueve horas en esta posición, me embarga la zozobra, el miedo, el hambre, la sed, el cansancio de estar tratando de sobrevivir, a lo lejos veo un punto naranja, será un boya?, nado como puedo, mis músculos no pueden dar mucho, duró casi una hora en poder llegar hacia ella, la cojo y utilizo la pequeña cuerda que traía para amarrarla en mi torso, al menos no me preocupare por hundirme,  me apoyó en ella para ver si hay señales de vida, pero aún no hay nada, ya anocheció, no sé qué hacer, el miedo ataca por momentos, imagino a mi hija y a mi esposa solas en la vida, desearía verlas por última vez, me culpo por haber tenido este trabajo peligroso, el frío congela mis huesos, no siento mi cuerpo, me asusta morir en este lugar así como no puedan encontrar mi cuerpo y que las luces de mi vida no puedan tener un duelo favorable, que queden con la incertidumbre de que paso conmigo, veo el cielo, realmente esta hermoso, las estrellas se ven como puntitos que dios puso para que recordemos que siempre hay una salida, pero en mi situación, creo que son el camino que tengo que seguir cuando muera, de repente me quede dormido,  despierto asustado sintiendo que me estoy ahogando, sacó la cabeza del agua, el sol sigue haciendo estragos en mi cuerpo, me siento débil, ya no tengo fuerzas, de repente deslumbró algo a la distancia, trato de elevarme pero no soy capaz, trato de gritar pero mi voz ya no es la misma, pataleo como puedo, que tal que sea alguno de mis amigos que esté con vida?, después de un tiempo, estoy cerca, si es uno de mis camaradas, pero lamentablemente no está con vida, es Víctor, su cuerpo está mordido por los animales, se encuentra pálido, lo ayuda a flotar un pedazo de poliestireno expandido que tiene debajo de la ropa, prefiero quitarle el icopor y que su cuerpo quede en el último lugar donde vivió, no puedo guardarlo y menos como se encuentra, no es una buena forma que sus familiares lo recuerden, lloro desbordadamente imaginándome el futuro de los demás,  después de varias horas ya no puedo más, me duele todo, siento que la sal del mar entra en mis poros como agujas traspasando mis músculos y llegando al hueso, la impaciencia del dolor me hace gritar una y otra vez, siento que pierdo el conocimiento, es hora de morir, agradezco al mundo por lo que me ha dado, no me voy feliz pero marchó imaginándome a mi familia unida.
A lo lejos escucho voces, siento pasos agitados a mi alrededor, repentinamente abro los ojos como si me hubiera picado un animal,  vómito exageradamente, trato de entender en dónde estaba, se acerca una persona explicándome que me habían recogido hace dos hora, vieron la boya y al lado de ella observaron mi cuerpo casi sin vida, me sacaron del agua, ahora nos dirigimos urgentemente hacia tierra para que ser trasladado al hospital más cercano, después de una hora, llegamos a suelo firme, me bajaron del bote, me arroje a la playa dándole gracias a los dioses y besando en repetidas ocasiones  las pequeñas fibras de arena que formaban una estructura sólida donde se puede caminar, en ese momento digo el nombre de mi esposa e hija y vuelvo a caer desmayado, después de tres horas me despierto en una habitación de hospital, estaba canalizado y solo repetía, necesito hablar con mi familia, no tenía alientos, los médicos me dijeron que si hubiera pasado otras cuatro horas más, habría perdido la vida, me sentía agradecido con el divino, le daba gracias infinitas por darme otra oportunidad, preguntaba insistidamente si sabían algo de mis compañeros, un oficial se me acercó diciendo, hemos encontrados dos cadáveres, uno fue identificado como Mauricio y el otro cuerpo está en muy mal estado, pero se presume con las identificaciones que me dieron que era el cuerpo de juan, el agente explicaba que no pudieron llegar a tiempo después del naufragio ya que nadie dio la alerta de hundimiento, en ese instante entra una enfermera con un teléfono, lo cojo y era mi esposa, entró en llanto al igual que ella, le preguntaba por mi bebé y ella respondía que estaba dormida, les pregunto a las personas que estaban en la habitación, cuánto tiempo me tendría que quedar en el hospital y cuando podría ver a mis musas, a lo cual respondieron que en el hospital tendría que estar por tres días y el viaje a mi país duraría un día, ósea en cinco días por tardar estaría por fin con mis dos diosas, los días pasaban, solo podía pensar en mi familia y en mis compañeros, en el tercer día estando en el hospital faltando unas horas para salir, llega el oficial dándome una muy mala noticia, no habrían encontrado más cuerpos y que la búsqueda ya se había cancelado por las probabilidades casi nulas de que alguien estuviera con vida, que ya les habían avisado a los familiares correspondientes, se me escapan varias lágrimas  despidiéndome de mi familia en altamar, salgo del hospital, ya estoy en el avión, duermo un poco al entrar en una especie de pánico cuando veo por la ventana ese hábitat azul en donde sobreviví por mucho tiempo, me bajo del avión y nadie me estaba esperando, llego a mi casa, por fin estoy en mi lugar natal, entró a la vivienda, están mis padres y mi esposa, me abrazan fuertemente, lloro desconsoladamente de alegría, mi madre me dice, que dios te de fuerza y comprendas a tu mujer, le doy un beso profundo a mi cónyuge, le pido ver a mi preciosa hija, la busco por toda casa entretanto mi compañera lloraba desconsolada, pregunto, dónde está mi niña?, que pasa?, mi esposa me pide que me siente, llorando me dice, juliana se enfermó después que te fuiste, fue un problema del cerebro, sufrió una especie de derrame cerebral por la falta de maduración de sus venas y capacidad craneal, amor no te enojes pero nuestra niña preciosa murió hace cinco meses, lloraba mientras me abrazaba, mi mundo se volvió gris, la abrace llorando no queriendo creer lo que me estaba diciendo, en ese momento, la cojo de los hombros, la empujó mientras le gritaba, porque no me habías contactado antes, no aguante el dolor, me abalanzó sobre ella golpeándola unas cuatro veces en la cara mientras gritaba, en ese momento intervino mi padre dándome un puño y gritándome que me pasaba, me levanto con enojo marchándome de la casa, caminó por la ciudad pensando que dios me odiaba, me dio una nueva oportunidad pero me quitó la vida, estoy hace dos días vagando por la ciudad alcoholizado y adolorido, no aguanto más esta mierda, llego a mi antiguo hogar, mi mujer me tenía miedo, entro a mi cuarto, agarro una hoja escribiendo un par de palabras, la dejo en la cuna de mi niña, voy saliendo y mi esposa sale de su escondite, le apuntó con el arma que había conseguido en el mercado negro, disparándole dos veces en el cuerpo mientras le gritaba, pronto vamos hacer una familia feliz, su cuerpo inerte cae al piso mientras me apuntaba en la cabeza tomando la decisión más correcta.

En la hoja decía, pronto estaremos juntos y nadie nos podrá separar, esta pútrida vida no es para nosotros.









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