No puedo explicar a ciencia cierta la sensación que lentamente embarga mi esencia en estos momentos, es una especie de paz que da la ilusión de un silencio absoluto, dejando a las voces de mis demonios en modo off, puedo observar sus labios haciendo gestos violentos pero con la certeza de que sus gritos por el momento no me lastimaran, no se si mi inconsciente es aquella fuerza que los está reteniendo pero me da tiempo para poder inhalar un poco de aire, a pesar de dicho alivio siento mi cuerpo cansado, la vida pasa rápidamente dejando como factura las cosas que no hice a tiempo, sin querer busco mi propio mal, me castigó como todo ser humano por las malas decisiones y actos cometidos a aquellas personas que quisieron ser alguien en mi vida, comienzo a sentir cada vez más cerca la pesadez que traen estos sujetos, lo más probable es que la división no aguante, dicho y hecho, se ha roto, entran aglomerándose y peleándose entre si como perros ingresando al parque, automáticamente comienzan con un tono dulce y suave a venderme lo que ellos desean que haga, tornando mi psiquis más caótica de lo habitual, saliendo en mi defensa el superyó que los confronta tratando de alejarlos como una anciana intimidando a los niños del barrio con su bastón para que no bajen los frutos de cualquier árbol, la dicotomía se asoma mostrando un camino lleno de flores pero con un olor pútrido, a un lado de este un camino oscuro e intransitable pero adornado con una luz titilante a su fondo, sabiendo cual es el camino a escoger por los golpes de la vida que supuestamente deben traer aprendizaje, decido elegir ese oscuro camino que lleva al caos, el olor es inhumano pero al parecer ya me he acostumbrado o por ello decido olfatearlo una vez más, sumiéndome por varias semanas que encarcelan mis pensamientos y emociones buscando crear más dolor acompañado de las indecisiones cotidianas, cada vez las experiencias son más fuertes y así decida seleccionar la otra ruta en algún momento cambiaré mi rumbo, es complicado describir todo lo que se siente ya que físicamente puedo percibir la mitad de mi cerebro en silencio y la otra mitad en un caos que pesa e inclina mi ser hacia este, diariamente es una lucha física y psíquica donde la guerra se ha hecho parte de mi maldita cotidianidad.
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