La vida te enseña a valorar y en algún punto a odiar lo estúpidos que podemos ser en situaciones donde dejamos escapar posibles buenos momentos en escasos segundos o minutos, prefiriendo cagarlas inconscientemente en vez de aprovecharlos como vengan, después de lo sucedido, ahí si lo valoras pero aun así sigues cagandola, por que no somos capaces de sobrepasar nuestro inconsciente y poder eliminar esa marca que el ser humano cargara hasta su muerte.
En medio de la nada, el silencio atornilla la desesperación a mi ser, la angustia sobresale situacionalmente por todas las responsabilidades acumuladas por la imbécil posibilidad de no dejar de procrastinar, el destino cansado de mi mal aprendizaje me juzga nuevamente castigándome con la ansiedad de qué diablos iré a hacer?, ya que por casualidades de la vida todos mis electrodomésticos dejaron de funcionar, que mierda pasa con estas maricadas?, mi cabeza se pregunta una y otra vez tratando de controlar el impulso para que mi voz no expulse un grito de auxilio, miro mi laptop, le hablo como si fuera algo viviente que pudiera comprender el estado en el que me encuentro, rezo mirando al techo pidiendo que todo deje de pasar a pesar de no creer en un Dios, después de un minuto la impaciencia hace su aparición, cojo dicho aparato dándole varios golpes esperando que comprenda que lo necesito más que nunca, ha esta hora de la noche nada me puede salvar, alguien se asoma preguntando qué me
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