Recuerdo que transitaba por este mundo en soledad y sin nada en mi vida como aquel árbol que se ha desprendido de sus hojas para empezar una nueva etapa, pero la falta de abono y de agua no ayudaba a mi crecimiento, desprenderse de todo siempre va hacer doloroso pero aún más cuando necesitas hacerlo pero no tienes un plan de reserva, una de esas tantas noches viendo la luna y hablando con ella percibo que algo se acercaba, me quedo inmóvil para no llamar la atención, viendo como otro árbol andante se vislumbraba a la distancia, se veía seco, rasguñado por los animales, con sus heridas abiertas, podía ver como el agua bajaba por su tallo, se podía sentir el dolor que la aquejaba, sin pensarlo le dije hola, ella me mira con desconfianza respondiéndome el saludo, por un momento intercambiamos palabras, se acerca preguntándome si puede descansar un rato a mi lado, con gusto acepto y sigo aceptando desde hace casi dos años, sin pensarlo quedamos encantados uno del otro, sintiéndonos tan felices y que estamos en el lugar correcto, estando ahora juntos, ella florecida y yo con todas mis hojas, felices, han habido momentos difíciles, vientos fuertes, sequias inminentes, inundaciones sin aviso pero juntos somos más fuertes, ahora vemos la luna juntos mientras sentimos el calor del otro.
En medio de la nada, el silencio atornilla la desesperación a mi ser, la angustia sobresale situacionalmente por todas las responsabilidades acumuladas por la imbécil posibilidad de no dejar de procrastinar, el destino cansado de mi mal aprendizaje me juzga nuevamente castigándome con la ansiedad de qué diablos iré a hacer?, ya que por casualidades de la vida todos mis electrodomésticos dejaron de funcionar, que mierda pasa con estas maricadas?, mi cabeza se pregunta una y otra vez tratando de controlar el impulso para que mi voz no expulse un grito de auxilio, miro mi laptop, le hablo como si fuera algo viviente que pudiera comprender el estado en el que me encuentro, rezo mirando al techo pidiendo que todo deje de pasar a pesar de no creer en un Dios, después de un minuto la impaciencia hace su aparición, cojo dicho aparato dándole varios golpes esperando que comprenda que lo necesito más que nunca, ha esta hora de la noche nada me puede salvar, alguien se asoma preguntando qué me
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